Abstract

Luna de miel, luna de hiel y Los trabajos de Urbano y Simona, publicadas en 1923, son en realidad una sola novela. Dos años antes el autor había dado a conocer una primera versión corta con el título de Cuarto menguante. Es un libro tan original como todos los de Pérez de Ayala, lleno de máximas y alusiones mitológicas y literarias. Plantea el tema del amor y la educación sexual. Los protagonistas vienen a simbolizar los sinsabores que pueden derivarse de una formación errónea. Urbano, como su nombre sugiere, es el individuo en el que la educación se ha impuesto sobre la naturaleza. Ocupa un lugar muy destacado la figura de doña Micaela la madre de Urbano. Es una mujer puritana y fanática, que carece de sensualidad y ha fracasado en su matrimonio. Como una nueva tía Tula, siente aversión hacia los hombres. Sus frustraciones la llevan a educar a su hijo en el aislamiento; quiere que llegue al matrimonio completamente puro, sin conocer lo que ella considera repugnante. Cuando por intereses sociales y económicos lo casa con Simona, se manifiestan las terribles consecuencias de una formación tan antinatural. También la novia se encuentra en la más absoluta ignorancia. La primera de las novelas se divide en dos secciones. Cuarto menguante nos muestra la educación de los protagonistas y los antecedentes que determinan el fracaso de su matrimonio. Después de la fatídica luna de miel, Urbano huye a su casa paterna. En Cuarto creciente están juntos de nuevo para llevar a cabo, bajo la mirada atenta de don Cástulo, el preceptor de Urbano, su iniciación erótica. En ellos se va a revivir el mito adánico de la pérdida de la inocencia. Llegan primero al enamoramiento platónico y luego al despertar de la sensualidad. Cuando su unión está a punto de madurar, doña Micaela los separa porque quiere deshacer el matrimonio ya que no le ha servido para salvarse de la ruina. En las dos partes de Los trabajos de Urbano y Simona -título de resonancias cervantinas- los protagonistas pasan del Novilunio al Plenilunio. Urbano se libera del dominio de su madre y adopta una actitud activa. Decidido a recuperar a su esposa, la rapta y, tras una serie de peripecias, viven la auténtica luna de miel. Al enfrentarse a la realidad del sexo, han alcanzado la plenitud, incrementada con el nacimiento de un hijo. En palabras de Matas [Chnn, 85], es ésta una novela «normativa» en que se corrigen los errores anteriores. Doña Micaela había querido declarar la guerra a la vida, pero la naturaleza vuelve por sus fueros. Ha triunfado la tesis que defiende Pérez de Ayala: hay que plegarse a lo natural, que debe estar presente en todo proceso educativo. Nora [Nec, I, 504] alaba la «fuerza poética» y la «verdad psicológica» que se advierte en la evolución de los personajes, «de la inocencia a la inquietud, de la sospecha a la angustia, y finalmente al deseo». Pero esos aciertos se ven turbados «por la inclinación al didactisino, a la moralización teórica, al planteamiento y discusión de problemas e ideas generales». Amorós ha preparado una edición conjunta de ambas novelas (Alianza Ed., Madiid, 1969). Álvarez San Agustín [en Homenaje P. A., 139-159] estudia la estructura.